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El deporte en Cuba, Tierra de Campeones

Recuerdan en Cuba los Mártires de sabotaje yanqui

Como miles de cubanos, cada 6 de octubre el italiano Giustino Di Celmo sufre y exige con más fuerza justicia.

Padre del joven italiano Fabio Di Celmo, muerto en el habanero hotel Copacabana por una bomba terrorista, Giustino confiesa que sin los hombres y mujeres de esta pequeña isla no habría podido enfrentar todo lo que vino después del asesinato de su hijo, amante del fútbol y de la Cuba de Fidel.

«Ustedes son mi gran familia. Junto a ustedes lucho convencido de que los culpables serán condenados y que los cinco muchachos prisioneros en los Estados Unidos regresarán.»

Se refirió así a cuánto hace en el mundo porque criminales como Luis Posadas Carriles y Orlando Bosch sean encarcelados y, por el contrario, liberen a René, Fernando, Ramón, Antonio y Gerardo, Héroes de la República encarcelados en los Estados Unidos por defender a la isla.

Carriles y Bosch hicieron explotar un avión de Cubana de Aviación en pleno vuelo el 6 de octubre de 1976, frente a las costas de Barbados, cuando procedente de Venezuela se dirigía a La Habana con 73 pasajeros.

Entre esos se encontraban los integrantes del equipo juvenil de esgrima de Cuba, monarca del IV Campeonato Centroamericano y del Caribe celebrado en Caracas.

Esos verdugos, libres hoy en Miami, igualmente fueron autores de la muerte de Fabio el 4 de septiembre de 1997 en una oleada de atentados perpetrados en instalaciones turísticas de la capital cubana.

«Cuando supimos de la muerte del muchacho italiano sentimos la misma rabia. Volvió a mí aquel fatídico día de octubre de 1976 y los momentos que vivimos después. He reiterado que aunque hemos aprendido a crecer con ese dolor desgarrante, no dejamos de emocionarnos, sensación que se acrecienta por saber que no se ha hecho justicia», dijo a JIT Belkis Permuy Díaz, hija de Manuel Permuy, jefe de la delegación atlética.

Este sábado fue de esos en que los recuerdos se agolparon en seres amantes de la paz, quienes exigieron justicia en el Monte de las Banderas, contiguo a la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana.

«Ellos son los principales responsables de que mi padre haya muerto», dijo, apuntando su índice acusatorio hacia el edificio de la Oficina de Intereses, la siquiatra infantil de 41 años.

Las lágrimas de coraje de Giustino y Belkis una vez más incriminaron a quienes hoy apañan a los terroristas que hacen de la ciudad de Miami un paraíso para la impunidad mientras el mundo reclama justicia.

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